Cuatro sillas giratorias están de espaldas al escenario. El cantante sale a escena y comienza hacer lo que cree que mejor sabe hacer. Los jueces “escuchan” con detenimiento la voz, haciendo gestos de indecisión si oprimen el botón o no. Si lo hacen, serán los encargados de “conducir” su carrera. De pronto, Lucero oprime el botón y la silla se voltea. Algunos aplauden, sus familiares lloran. Él sonríe. El escenario y el teatro parecen perfectos: Está todo lo que se necesita para que el programa sea un éxito.
La temática de “La voz México” parece buena, la de el jurado de espaldas y solo valorar la voz, pero es increíble ver que hay personas que cantan infame ¡y las sillas se voltean! Claro, habría que aclarar que una persona del jurado no es una gran cantante (y de la que solo se vende su imagen) y el otro de lentes destaca más por sus composiciones que por su voz.
Lucero y Alex Sintek, respectivamente.
Luego a los demás jueces les hacen alardear frente a los que rechazaron, y se pueden escuchar justificaciones absurdas, propias de gente muy poco preparada para lidiar con personas:
Uno de ellos, tatuado y del que no me interesa saber como se llama le dice a uno de sus “rechazados”: “No me volteé por cuestión de estrategia, pero cantas muy bien y…”. ¿En realidad creen que alguien se toma en serio las estupideces que dicen?
Luego, otro ejemplo de la adulación sin sentido, cortesía de Alex Sintek: “Tienes una voz muy educada, pero el maleducado soy yo por no haber volteado mi silla…”.
Y por increíble que parezca, hay a quien le gustan estas estupideces.
A final de cuentas, cada quién sabe la basura que incrusta en su cerebro. Hay quienes esperan otra temporada de los gordos sin amor y los niños albureros. Ya solo falta ver un Big Brother de ministros de varias religiones, en un debate sin fin por conocer cuál es la verdadera religión.
Los que estarán en las sillas giratorias serán los políticos.
Iré preparando mi sillón, mi comida chatarra y ¿por qué no? Una compañía que quiera dañar su cerebro temporalmente conmigo.
Acerca de “los gordos sin amor”:
¿Le entretienen los programas de Televisa?
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